Descubrió que podía ser feliz. Todo el tiempo que había permanecido encerrada pensó que la vida era así, una serie de desgracias. Tan acostumbrada estaba que sospechaba que algo iba mal cuando todo iba bien.

Pero un día, de esos que no están en el calendario, un día perdido entre todos los años de su vida, se levantó después de caer y descubrió que podía ser feliz.

Salió de su cuarto con el cuerpo aún pegado a las sábanas. Caminó como tantas veces por el pasillo teñido de manchas. Llegó hasta la cocina y se sentó, sin pensarlo, en el suelo de baldosas frías.

Miró a su alrededor y sintió que ya no estaba allí, que sí que tenía la espalda apoyada en la pared y que sí que sus pies descalzos pisaban las losas pero, ella, la que una es de verdad y no la que todos ven, ELLA, estaba fuera del alcance de su maltratador.

Fijó la vista en sus manos y las vio por fin como lo que eran, manos para hacer, para crear, para construir, manos hacedoras y no solo defensoras de su rostro o de su cabeza cuando él la golpeaba.

Movió los dedos, se miró las palmas abiertas, miró sus muñecas. Los últimos moratones estaban desapareciendo. Con sus dedos rozó uno de ellos, lo acarició, lo calmó, sabía que desaparecería, igual que todos los que habían desaparecido, pero ahora se estaba despidiendo de ellos, porque sabía que ya no volverían.

Se levantó. Se devolvió la mirada al encontrarse en el reflejo de la ventana. Se convirtió de nuevo en sí misma y reconoció que la vida puede empezar después de muchos años de estar en ella.

Oyó unos pequeños pasos por el pasillo. Se miró, de nuevo, en el espejo improvisado, se reconoció, levantó la cabeza, pasó un mechón rebelde por detrás de su oreja, clavó la mirada en el futuro que la esperaba justo en el momento en el que dos pequeñas criaturas la reclamaban desde el quicio de la puerta.

– Buenos días, mamá.


Comparte ahora...
Share on Facebook
Facebook
Tweet about this on Twitter
Twitter
Share on LinkedIn
Linkedin

Relato corto: Refugio

Relato corto: Refugio

Contemplaba su cuerpo desnudo cada mañana. Pocas veces holgazaneaba en la cama. Se levantaba impetuosamente, como si se le hiciera ...
Leer Más
Relato noche

Relato: La última noche

Llega la noche, a galope, con cascos de acero irrumpe como rey, como dios, y cada noche es la última ...
Leer Más