Me siento frente a ti, como si el mundo se redujera a estas cuatro paredes de tu habitación.

Y descanso como si hubiera regresado de un mundo distinto, ajeno al único mundo que existe.

¿Es un refugio o es otro mundo creado a partir de dos personas que no buscaban nada?

Busco dentro de mi unas respuestas que ni siquiera me inquietan.

Busco con placer para regodearme en mi dicha.

Miro ensimismada al destino que empezó a jugar con nosotras hace mucho más tiempo del que creemos,

mucho antes de que nos encontráramos.

Y es ese destino, del que desconozco su origen, es ese destino

el que tejió este momento de Domingo frente a ti.

A tu lado y distante, juntas y cada una fiel consigo misma.

A tu lado y compartiendo, juntas y cada una en su mundo.

Pero luego llegan los momentos en los que todo se comparte.

Momentos en los que el silencio se rompe con dulces gemidos en vueltos en sabrosos besos.

Momentos que detienen la rueda del mundo y del tiempo, en los que sentimos que nuestra soledad da un paso atrás y se complace de lo que ve.

Y se aleja esa soledad y cede el terreno a un momento de unión absoluta contigo y con el mundo.

La eternidad en la palma de la mano, la eternidad en el fondo de tus ojos, la locura, la pasión…es la Vida sin riendas, sin límites.

Es la Vida que escondía el Destino que ignorábamos que planeara sobre nosotras.


En una tarde de Domingo, en silencio, sin tiempo, sin necesidad de que se arrastren los relojes.

Surge el mundo creado para mí. El que acometí sin adivinar a dónde me conduciría.

Hoy, frente a ti, tecleo un ordenador que quiere hacer el trabajo de cartero.

Hoy, frente a ti, busco las palabras que quiero escribirte sin esa pluma mágica que fue tu primer regalo.

Miento. Tu primer regalo fue otro.

Un beso envuelto en sueños.

Ahora estoy embarcada en esta maraña de sentimientos conocidos,

en el caos absoluto que irrumpe cuando llega ese sentimiento que se encamina por entre la piel,

cruza la espalda, se refugia en las vértebras y se queda plácidamente torturando un cuerpo ya rendido al amor.


Las noches de verano no se olvidan.

El sonido de la naturaleza colándose por una ventana, de un dormitorio vestido de cama.

No se olvidan los atardeceres frente al mar,

la búsqueda de la luna cuando el sol ya no está.

Se recuerda el paisaje que se comparte y se recuerda por quien lo comparte con nosotros.

No se olvida la música que suena de fondo en el viaje a ninguna parte.

No se olvidan los ojos que nos miran explorando nuestra alma.

Recordamos,

y recordamos porque el amor se trata de eso

de crear recuerdos,

momentos eternos que nos inciten a crear otros.

Recordamos porque es hermoso volver a traer a la memoria lo que se ha quedado grabado en el alma.

Y que hermoso es el amor y el recuerdo…


Desde que te tengo a mi lado ya no te escribo con esa desazón, con ese miedo de no poder estar contigo.

Miedo a perderte, miedo a que el deseo no fuera suficiente para estar a tu lado, para ser tu amante, tu compañera de viaje.

Y utilizaba las letras como hilos para sujetarte, para que no te fueras, para que siguieras un poquito más.

No recuerdo otra época en la que deseara tanto que pasara el tiempo para que se materializara lo que yo quería que fuera una vida contigo.

Estás presente cada día en mi vida,

con tu imagen, o en forma de recuerdos.

Momentos que forman parte de un libro que leemos a la vez,

de una composición a cuatro manos.

Porque si nuestra historia fuera música, sonaría a ritmo de piano, de dulce sonata, de sigiloso adagio…

Si fuera un color, sería el color ocre y marrón de los sueños africanos…

diluidos en los ansiados tonos azules y blancos de brisas marinas, de canciones de marineros, de sal y cielo.

Esa es mi vida ahora.

Noches de luna llena, de mañanas cargadas de sueños dispuestos a dejar de serlo…

…y esto es sólo el principio…


Comparte ahora...
Share on Facebook
Facebook
Tweet about this on Twitter
Twitter
Share on LinkedIn
Linkedin


Poemas de amor

Relato: Poemas que no lo son (II)

Hasta en el silencio deseo estar cerca de ti. Ser yo cerca de ti es lo que me descubre que ...
Leer Más
poemas

Relato: Poemas que no lo son (I)

Hay un tiempo, un momento para cada cosa. Una hoja que cae con el peso del polvo que se deposita ...
Leer Más