Los hombres sólo quieren ser mujeres cuando pueden rascar beneficios.

No hay hombre definiéndose como mujer, ni escondiéndose bajo nombre de mujer, si tiene que cobrar una nómina y el sueldo es inferior, o si tiene que volver sólo a casa y teme una violación, o si va a ser lapidada, o tiene que sufrir la ablación del clitoris.

No han habido hombres queriendo ser mujeres cuando ellas no tenían derecho al voto o no podían estudiar.

En todos estos casos mola más ser hombre.

Está visto que algunos hombres quieren ser la novia en la boda, el niño en el bautizo, y el muerto en el… bueno, aquí ellos ya sí que prefieren que el muerto sea muertA.

[bctt tweet=”Algunos hombres quieren ser la novia en la boda, el niño en el bautizo, y el muerto en el… bueno, aquí ellos ya sí que prefieren que el muerto sea muertA.” username=””]

Toda esta reflexión viene a colación del premio Planeta en donde se ha descubierto que tras el seudónimo de Carmen Mola, se encontraban tres individuos de cromosomas XY. Lo que viene a conocerse, entre el común de los mortales, como tres hombres ya con pelos en los huevos.

Está claro que cada uno es libre de querer ponerse una máscara o no. Pero, ¿por qué chirría tanto lo que ha ocurrido al desvelarse que Carmen Mola es el Santísimo Trinidad?.

En mi caso, por dos motivos, uno porque no puedo separar a la obra de su autor y dos, porque, como lectora, siento el libro como un puente entre el lector y el escritor, y presupongo la honestidad de los que son capaces de plasmar en palabras sus ideas, con el que está al otro lado leyendo con la mirada lo que han escrito otras manos.

¿Qué necesidad tienen tres hombres de esconderse tras el nombre de una mujer? ¿Por qué esa deshonestidad con quiénes han dedicado su tiempo a leerles?

Yo no puedo evitar sentir que la obra va unida a su autor.

La vieja sirena, solo podría haberla escrito José Luis Sampedro; que Olvidado Rey Gudú solo podía salir de la imaginación de Ana María Matute; que El túnel solo puede ser de Ernesto Sabato y que nada más que Rosa Montero podía haber escrito La ridícula idea de no volver a verte.

[bctt tweet=”La obra va unida al autor. Nada más que Rosa Montero podía haber escrito La absurda idea de no volver a verte.” username=””]

Ser escritor, ser escritora, en mi mente está unido a ser honesto con lo que se cuenta, a hacer partícipe al otro de pensamiento, historias o ideas propias escondidas entre líneas.

Es comunicación entre seres que no se conocen pero se encuentran entre las historias.

Para mí, tres hombres que han jugado a ser mujer ya son un engaño desde el principio, por lo que su obra se convierte en una sucesión de palabras sin más…, cuando la literatura va mucho más allá de escribir una palabra detrás de otra.


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