Ya vienen los reyes magos cargados de regalos, de sueños, de esperanzas…unos reyes magos cargados de pequeñas miserias, trabajos de jornadas agotadoras, de “no llego a fin de mes y sólo estamos a día 6”.

Héroes son los padres y madres que sobreviven más allá de estas fiestas fundacionadas en torno a un pesebre y que ahora sólo sirven para adorar bellocinos de oro. Falsas leyendas para tan falsa realidad.

Somos hijos de nuestra sociedad y de nuestro tiempo y con ello portamos una penitencia a la que llamamos consumo. Bienes de consumo, sociedad de consumo, precios al consumo…y lo que obtenemos es consumo, el propio.

Nos vamos empobreciendo cada vez más al mirar en exclusiva a ese ídolo de masas que todo lo puede: el dinero. Nos vamos encogiendo cada vez más y nos convertimos en portadores de la propia hacha que rebanará mañana nuestro cuello.

Eres lo que tienes y vales lo que abulte tu cartera. ¿Y si no tienes?, estás excluido del festín, no eres consumidor=no eres. Desterrado a la tierra de los pobres, tierra paralela a la propia que marca las distancias entre los que cruzan la calle con las manos sujetando decenas de bolsas y los que la cruzan con las manos guardadas en los bolsillos.

Noche de reyes, de alegría y alboroto al niño le ha tocado un perrito piloto. Noche de reyes, de angustia y de llanto al niño le ha tocado un regalo del año pasado.

Crueldad de tradición para los que quieren y no pueden. Hoy es la noche mágica en la que tres hombres sabios ofrecieron oro, incienso y mirra a un niño que ignoraba su destino.

Tres hombres venidos de oriente. Hoy no adorarían a nadie y permanecerían en un centro para inmigrantes y ese niño, al que iban a ver, yacería sin aquellos presentes ignorado por la muchedumbre. Infante aterido de frío, hambriento de víveres, mendigo de un mundo perverso que mira a quien tiene y no al que necesita.

Ya vienen los reyes magos, ya vienen los reyes magos…cargaditos.